Después de décadas de militancia feminista y de encabezar manifestaciones contra las violencias machistas, llevo un par de 25 N sin participar en actos de este tipo. Eso no quiere decir que no haga nada porque siempre en la universidad dedico una clase a abordar el tema, pero cada vez me cuesta más soportar determinadas incoherencias.
Estamos asistiendo a una ola de antifeminismo brutal entre mucha población joven (para ampliar la información pincha aquí), crecen los fascismos que recortan derechos a las mujeres y, tengo la sensación, de que hemos normalizado tanto las violencias machistas, que ya hacemos algún acto por cumplir y a otra cosa, como las luces navideñas, que muchos municipios han tenido a bien encenderlas justo el día que se conmemora la lucha contra las violencias machistas, muy oportuno todo… O para rematar, la fiesta del consumismo como la “Noche en Blanco”, bueno, despropósitos al margen, lo cierto es que los actos por el 25 N se han convertido en una formalidad y en un saco en el que cabe todo, hasta charlas contra el racismo o conciertos en los que cantan hombres… Y ojo, no seré yo quien diga que no hay que luchar contra el racismo, contra la LGBTIfobia, contra el capacitismo, el adultocentrismo,… pero no el 25 N.
Hace un tiempo escuché una frase que decía: “si todo es violencia, nada lo es”, y esto viene a cuento de las tibias o nulas críticas (salvo honrosas excepciones) que he escuchado sobre el desvío de fondos del Pacto de Estado contra la violencia de género para financiar cualquier cosa menos apoyos reales para las mujeres supervivientes de violencia. No podemos olvidar que en este preciso instante, hay mujeres que no puede romper con su situación de violencia porque no tienen un recurso alojativo al que acudir; no podemos olvidar que las listas de espera para apoyo psicológico, social o jurídico siguen existiendo y que las mujeres necesitan atención inmediata, no tres meses después de tomar la decisión de alejarse de su agresor; no podemos olvidar que las violencias machistas impactan en la infancia y que la atención a niñas, niños y adolescentes que han sufrido estas violencias sigue siendo deficitaria. Por no hablar de la prevención, que no es que no la podamos olvidar, es que sigue siendo inexistente…
Esta semana del 25 N me han regalado dos cuadernillos estupendos que visibilizan mujeres ignoradas u olvidadas por la historia, algunas de ellas canarias, lo que supone un recurso didáctico imprescindible en el currículum de nuestra Comunidad. Sin embargo, lo que es un instrumento para favorecer la igualdad, ha sido financiado por los fondos del Pacto de Estado contra la violencia de género. ¿Todo cabe en esa financiación? No estoy negando la utilidad y necesidad de dichos cuadernillos, al contrario, pero creo que si todo entra por violencia, ¿qué dejamos a las políticas de igualdad? Evidentemente, trabajar a favor de la igualdad entre mujeres y hombres previene la violencia, no lo niego, pero mientras sigan existiendo déficits en los recursos especializados, mientras las prestaciones que reciben las supervivientes no les permitan una plena autonomía y corran el riesgo de volver con sus agresores, mientras no existan suficientes profesionales para atenderlas, mientras queden jueces y juezas machistas, policías aliados con los maltratadores,… los fondos del Pacto de Estado se tendrán que invertir en lo que de verdad importa: la vida y la seguridad de las mujeres. Lo demás es secundario. No podemos animar a las mujeres a denunciar mientras no estén los recursos que las sostengan y acompañen en ese proceso.
Este verano experimenté la penosa atención del 016 a una víctima de violencia amiga mía, experimenté la falta de recursos reales en otra Comunidad Autónoma, experimenté cómo tuvo que enfrentarse sola (con apoyo de amigas) a su agresor,… mientras una sola mujer siga experimentando esa falta de apoyo institucional, el Pacto de Estado no funcionará. Menos postureo, menos campañas, menos desvíos de fondos y más centrarse en lo que de verdad importa, las vidas reales de millones de mujeres que, en nuestros entornos cercanos, viven atrapadas en la violencia.
Nota 1: Si hacemos un somero repaso a lo que se financia con estos fondos en las distintas Comunidades y Ciudades Autónomas nos encontraremos hasta con un árbol de navidad, eso sí, con mensajes igualitarios, que a todo hay que añadirle la coletilla de igualdad o violencia para que cuele… ¡El norte perdido!
Nota 2: Aquí la foto de los cuadernillos, que animo a conseguir y a difundir en los centros educativos de Canarias porque insisto, no niego su utilidad e importancia, sólo me pregunto si su fuente de financiación es la apropiada.
Gracias María. Brillante como siempre.
Parece mentira que en 6 años desde que se firmó el Pacto de hayan puesto en marcha sólo 3 Recursos de emergencia (1 en Barcelona y 2 en Madrid) de los 52 (1 por provincia) que como mínimo debían estar implementados. Y la impotencia es a veces un freno que no te deja pensar qué podemos hacer para cambiar este despropósito.