Aunque un poco tarde, no podía dejar de reflexionar sobre el último congreso de mi profesión al que tuve la oportunidad de asistir los pasados 14, 15 y 16 de noviembre en Marbella. Resulta paradójico que una profesión comprometida con la ética y los valores de la justicia social y la lucha contra las desigualdades celebre un congreso en una de las ciudades que más fama ha alcanzado por su corrupción. Entiendo que es una forma lavar su imagen y que la cesión gratuita del palacio de congresos influyó notablemente para la elección del lugar; pero pese a su “mala fama” al pasear por Marbella descubres una ciudad con un casco antiguo con encanto y un paseo marítimo espectacular, cuyas bondades nos vendió la Alcaldesa de forma muy amena en la inauguración del Congreso (junto con la Consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, Mª José Sánchez Rubio, las únicas no abucheadas en el acto inaugural).
De dicho acto para mí lo mejor fue que Koldobi Velasco iniciara el abucheo a Juan Manuel Moreno Bonilla, Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, gritando “Derechos sociales para todas y todos”, me pareció que hubiera sido necesario un plante colectivo ante la persona que representa a un gobierno que está desmantelando el Estado de Bienestar, hubiera sido impactante que más de 1.300 personas se levantaran a la vez y salieran del palacio de congresos, pero nuestra profesión feminizada y políticamente correcta, aguantó estoicamente que nos contaran el cuento de lo beneficiosas que estaban siendo las reformas y el enorme compromiso que tenía el gobierno por defender los derechos de ciudadanía.
Este congreso era el cuarto al que asistía, empecé en el año 96 en Sevilla y he acudido a Santiago de Compostela, Zaragoza y Marbella este año. En tres congresos presenté comunicaciones relacionadas con la igualdad entre mujeres y hombres, y por primera vez, en un congreso, en este de 2013, se crea una mesa específica denominada “Género. Experiencias innovadoras, emergentes y buenas prácticas” donde todas las comunicaciones que se presentaron tenían que ver con los condicionamientos de género y la manera de conocerlos y abordarlos desde el Trabajo Social. Es cierto que en Congresos anteriores se habían presentado comunicaciones sobre género, pero por primera vez se agruparon en una mesa en torno a un eje común, y me pareció significativo, más vale tarde que nunca! Si bien en Zaragoza, en 2009, hubo una mesa que en torno al eje de la mirada abordó cuestiones relacionadas con las desigualdades de género, no fue monográfica.
¿Qué me traje de Marbella? Además de una tablet muy chula con las comunicaciones del congreso, lo mejor fue la oportunidad de haber conocido a compañeras/os muy interesantes (Tania Mesa de la blogosfera de Trabajo Social, Raquel Millán, una de mis principales referentes en el trabajo social con grupos de mujeres, y todas las compis de la isla vecina, Gran Canaria, Ana Cano, Ana Demetrio,…) y las “viejas” compis, no por edad sino por años de complicidad y lucha: Koldobi, Magüi, Izaskun,…
A nivel teórico, para mí, pocas novedades, Alfonsa Rodríguez Rodríguez para mí de lo mejorcito, realizó una ponencia magistral denominada “Hacia una visión proactiva: el conocimiento en trabajo social como red de seguridad”; la simultaneidad de las mesas de comunicaciones impidió poder participar en todas pero todavía estoy leyéndolas en la tablet: experiencias interesantes con nuevas tecnologías, experiencias participativas, ética, interculturalidad, estado de nuestra profesión, mesas monográficas sobre salud, servicios sociales, vivienda, personas mayores,… Más de 250 comunicaciones libres fueron admitidas y más de 200 desestimadas, lo cual parece un síntoma de que esa idea de que no sistematizamos la práctica parece que se está diluyendo.
Significativos fueron también los resultados de los estudios sobre el estado del Trabajo Social, donde se puso de manifiesto que pese a ser una profesión feminizada, los puesto de poder los siguen ocupando hombres, anécdotas curiosas: en una mesa donde se decía que la nuestra era una profesión feminizada, había cuatro hombres y dos mujeres; en el programa, la mesa de divulgación y publicaciones (“Difundir el trabajo social en España: revistas y publicaciones”) estaba conformada sólo por hombres (no fui, no sé si hubo algún cambio final), y es simbólico, ¿quién escribe, quién divulga, quién posee los medios que comunican en Trabajo Social en una profesión conformada por un 90% de mujeres?); un comunicante que presentaba una comunicación hecha por dos mujeres y un hombre acaba presentándola él porque una de compañeras era muy “tímida” y la otra estaba un poco perjudicada de la marcha marbellí (todavía estoy ojiplática ante la explicación), en fin, cuestiones de género al margen, aunque en mi caso es complicado que las pueda dejar al margen, el Congreso tuvo momentos brillantes como el acto protagonizado por la Marea Naranja de Granada, organizando un funeral por los Servicios Sociales públicos o la posibilidad de crear espacios de encuentro entre las mareas o conectarnos compañeras/os de distintas latitudes.
La intervención en tiempo de malestares, lema del congreso, generó reflexiones necesarias para articularnos frente a la desarticulación de derechos pero eché en falta estrategias más concretas y mayor compromiso y activismo desde nuestra profesión, que se llena la boca nombrándose como agente de cambio y en demasiadas ocasiones contribuimos a perpetuar el “status quo” del poder vigente. No sé si un ejemplo de poder podría considerarse la “privatización” del patrocinio del Congreso, pero el espacio publicitario ocupado por la UNIR, CLECE o Grupo 5, en detrimento de otras iniciativas privadas más minoritarias pero que hubiera sido interesante divulgar (como forma de apoyo a la emprendeduría social), fue quizás el elemento que más me chirrió del Congreso. Entiendo que hay que cubrir los gastos y está claro que en estos momentos la iniciativa privada es quien maneja la pasta, pero, joer, hubiera sido interesante contar con otra iniciativa privada diferente.
Pese a las críticas, que espero sean constructivas, no hay que dejar de agradecer a la organización el esfuerzo y la dedicación para que el Congreso saliera tan bien, creo que el Colegio de Málaga ha hecho un buen trabajo y al próximo organizador le espera un reto muy importante a plantear como eje del futuro Congreso: cómo reconstruir los derechos y los recursos que se están destruyendo en esta época, si es que dentro de cuatro años, cuando se celebre, nos queda algún reducto del ya maltrecho Estado de Bienestar.