Les voy a contar un cuento. Hace muchos, muchos años… (bueno, no tantos, en 1996) surge una Fundación denominada «Fundación Canaria para el Desarrollo Social», más conocida como FUNDESCAN, amparada y promovida por el sindicato UGT. Según el DRAE (22ª edición), un sindicato es una «Asociación de trabajadores (y trabajadoras, aunque esto no lo pone el diccionario) constituida para la defensa y promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros». Desde su creación en 1996, FUNDESCAN crece y crece, trabajando principalmente en proyectos de formación para personas desempleadas y ocupadas, emprendeduría, cooperación al desarrollo, y mira tú por donde, en proyectos relacionados con mujeres y violencia de género.
De la noche a la mañana, una entidad que no se caracterizaba precisamente por ir a la vanguardia de la perspectiva de género, comenzó a gestionar recursos en materia de igualdad y violencia de género. Gestionó durante los años que duró el SAIM (Servicio de Atención Integral a la Mujer) financiado por el Instituto Canario de la Mujer y cerrado desde hace más de un año. Gestionó las Oficinas Comarcales de Atención Especializada a Mujeres Víctimas de Violencia de Género (7 en la isla de Tenerife), el programa de intervención especializada con las víctimas de violencia de género y sus hijas/os y dos casas de acogida para mujeres víctimas de violencia en convenio con la Unidad Orgánica de Violencia de Género del IASS, entre otras muchas cosas.
Cual no sería mi sorpresa cuando se conoce por la prensa a comienzos de este año que FUNDESCAN quiebra y deja en la calle a 160 trabajadoras/es a quienes debe salarios atrasados y a quienes no da una explicación convincente ni permite que accedan a las prestaciones por desempleo o a otro trabajo al dejarles en un limbo jurídico mientras se decide por un ERE y/o se activa el concurso de acreedores.
Qué paradójico resulta que una Fundación de carácter social, supuestamente, avalada por un sindicato que dice defender los derechos de las/os trabajadoras/es, precarice a las/os suyas/os y deje un agujero de 9 millones de euros que se han «evaporado» como por arte de magia. Entiendo que alguien tiene que responder jurídicamente de este desaguisado. Y también han de responder políticamente las Administraciones Públicas que han privatizado la gestión de servicios públicos con una entidad que no ha sido capaz de gestionar adecuadamente los presupuestos públicos y que ha creado una situación catastrófica en lo que se refiere a la gestión de los recursos especializados en violencia de género.
Porque el final (¿?) del cuento, que tal vez no haya hecho más que empezar, es que mientras FUNDESCAN se hunde, una entidad «experta» en la gestión de servicios especializados para menores va a coger el timón de la gestión de los recursos de violencia de género. Mundo Nuevo, según filtra el Diario de Avisos, en su edición de 5 de febrero. Así que salimos de «guatemala a guatepeor». Mundo Nuevo es conocida por la precarización de sus trabajadoras/es y por echar a la calle a quien cuestiona sus métodos. ¡Qué «suerte» van a tener las trabajadoras que ejercen su trabajo en recursos de violencia de género! Y las víctimas no veas! victimizadas por su verdugos y por la administración que se supone ha de resolver sus problemas.
Pero bueno, después de todo, qué importan estas minucias… ¡es carnaval!