Imaginen por un momento que Zapatero acude a Francia o a Alemania y les dice a Sarkozy o Merkel que las leyes de sus respectivos países son una porquería y que más les valiera funcionar con los rectos valores que difunde España. ¡Se crearía un incidente diplomático de tres pares de narices! Aquí viene el jefe del Estado más diminuto del mundo, pone a caldo nuestras leyes democráticas y no pasa nada, es más, le reciben con todos los honores y se pasa unos días poniéndose «morao» con las viandas españolas mientras en Somalia se mueren, literalmente, de hambre.
Que Madrid sea una ciudad sitiada por miles de jóvenes ultracatólicos (en su mayoría) podría «tolerarse» (¿?) pero lo que resulta del todo intolerable es el acoso policial a quienes no forman parte de las JMJ, siglas, por otra parte, a las que les falta una C. Naciones Unidas declaró el 12 de agosto «Día Internacional de la Juventud», y la iglesia católica se arroga el derecho de montarse un chiringuito sólo para los suyos, las/os jóvenes no católicas/os (que por otra parte, son mayoría en el mundo, no cuentan). Las JMJ deberían llamarse Jornadas Mundiales de la Juventud Católica (JMJC), así quedaría más claro de lo que se trata y más evidente lo excluyente del asunto.
Los medios recogen estos días ejemplos de la brutalidad policial y no pasa nada, al contrario, el Defensor del Menor de Madrid va a investigar el acoso a los/as peregrinos/as. Esto es el mundo al revés. Partiendo de que rechazo cualquier forma de violencia, venga de peregrinos/as o de laicos/as, me parece que este último colectivo merece acogerse también a la libertad de expresión. No comparto la provocación como estrategia defensiva ni para llamar la atención sobre una idea, creo que hay fórmulas más asertivas y pacíficas para divulgar formas de pensamiento alternativas, y creo que en la marcha laica se produjeron conatos violentos no deseables, pero creo que intentar sacar unas fotos no merece la desproporcionada y violenta respuesta que vivió Daniel Nuevo. Todavía estoy esperando (y esperaré sentada) una condena papal a la brutalidad policial. Esos que proclaman caridad y amor, huy que no, que esos valores ya los han olvidado, ahora proclaman «radicalidad cristiana«, que todavía no sé muy bien qué es, ¿será negar derechos sexuales y reproductivos, rechazar la homosexualidad, la educación para la ciudadanía,…? ¿Será posicionarse en contra de los métodos anticonceptivos y conducir a la muerte segura a miles de mujeres por abortos clandestinos? ¿Será propagar la pandemia del VIH-SIDA por negar el uso del preservativo? ¡No, no puede ser que unas personas tan buenas, que dicen defender los «valores cristianos» hagan eso! Esa iglesia tan buena que ama tanto a los niños y a las niñas, tanto, tanto y tanto que lleva siglos abusando de ellos/as (creo que los escándalos por pederastia son la punta del iceberg), esa iglesia tan, tan buena que tiene una historia de amor, caridad y perdón intachable, que promovió la quema en la hoguera de miles de mujeres acusándolas de brujería, que masacró pueblos enteros con el fin de llevar su mensaje de buena voluntad a todas partes,… en definitiva, esa iglesia tan buena que siempre se alió con dictadores en lugar de con los/as oprimidos/as (dejo al margen, por supuesto, a quienes dentro de la iglesia sí han luchado en contra de la jerarquía eclesiástica, teología de la liberación y cristianos/as de base que tienen otra forma de pensar y actuar). Porque yo no creo que «iglesia somos todos/as», porque ni la propia iglesia se lo cree, creo que la jerarquía olvida a sus bases y de cuando en cuando organiza actos multitudinarios para ofrecer al mundo una expresión de la fuerza que hace mucho ya perdió.
Me asombra también la manipulación y la desinformación del 15-M, que dicen que la «izquierda detesta a la iglesia católica por colaborar con la dictadura franquista» o que «la izquierda española rechaza toda forma de espiritualidad», ¿pero de qué izquierda hablan? ¿quién se cree con el derecho de afirmar que la izquierda rechaza formas de espiritualidad? ¿Lo dice una persona en una asamblea y ya tiene eco mediático? La izquierda lo que siempre ha rechazado son las injusticias, las jeraquías y la opresión de una mayoría por una minoría (entre otras cosas). No deja de resultar curioso que el 15-M esté tendiendo puentes hacia la JMJ. Yo creo que hay pensamientos tan discrepantes que por mucho que se tiendan puentes nunca se van a alcanzar, quizás los de ciertos sectores del 15-M no estén tan alejados de los de la iglesia, y eso me preocupa. Y mucho.
Las creencias religiosas siempre me han parecido un tema apasionante, y lo que se llega a hacer en su nombre un tema del Tribunal Penal Internacional, pero ahora estamos asistiendo a una nueva cruzada de evangelización contra la descreída España (encarnada por un diablo con cuernos llamado Zapatero que hace leyes muy malas que promueven la igualdad) y todo el mundo tan contento procesionando un vía crucis. ¡Qué miedo! De ahí a las nuevas hordas posfranquistas sólo hay un paso (recordemos quién procesionó a Franco bajo palio).
Sólo espero que el subidón papal se les vaya pronto a los/as jóvenes, que se vuelvan a casita tan contentos/as como si hubieran estado en un festival de los Rolling y vivan el espejismo de sentirse fuertes siendo una minoría, y nos dejen al resto seguir apostando por la democracia, por la igualdad, por el diálogo intercultural y por la libertad (para todas y para todos, independientemente de su sexo, edad, orientación sexual, procedencia geográfica,… como garantizan las Constituciones de los estados democráticos que a la iglesia católica le traen al pairo).