Cada vez con mayor intensidad tengo la sensación de vivir en la película “No mires arriba” (Don’t look up); el auge del negacionismo cuesta vidas, la intoxicación de noticias falsas en redes sociales es tal que la gente ya no discierne cuál es la verdad frente a los bulos. Y supongo que esta es una de las razones por las que siguen gobernando gestores incompetentes, porque pese a sus antecedentes de negligencia, de corrupción, de gestiones nefastas,… ahí siguen, impunes.
Quienes están gestionando la terrible catástrofe de la Comunidad Valenciana son los mismos que la convirtieron en paraíso de la corrupción, cuando el dinero público se iba a la Fórmula 1 o a construcciones mastodónticas inservibles pero que dejaban buenas mordidas en algunos de los mayores pelotazos urbanísticos de nuestro país. Parecen haberlo olvidado quienes auparon de nuevo a un gobierno ultraconservador, cuya primera medida al llegar fue suprimir la UVE (unidad valenciana de emergencias) y derivar dinero público a financiar la tauromaquia (como todo el mundo sabe los toreros son magníficos rescatadores de gente en emergencias). La gestión del PP en grandes desgracias es sobradamente conocida: Yak-42, Prestige, metro de Valencia, COVID-19 y los protocolos de la muerte en Madrid (7.291 víctimas mortales que, tal vez, con otra gestión no hubieran fallecido),… La lista es larga y la incompetencia enorme.
La derecha y la ultraderecha reniegan de la emergencia climática (¿recordáis al primo científico de Rajoy?), alimentan fake news y conspiraciones que se repiten sin parar vía online; con la tragedia de Valencia ya han salido varias (desde que ha sido Marruecos quien ha provocado la DANA para destruir la huerta valenciana, bulo que mezcla racismo e ignorancia a partes iguales, hasta que el culpable es el malvado gobierno socialista por demoler presas, bulo desmontado aquí)
Lo que ha ocurrido en la Comunidad Valenciana, pero también en Letur (Castilla La Mancha) o buena parte de Andalucía se anticipó por parte de organismos científicos, desde Europa y desde la propia AEMET hasta 5 días antes de la tragedia y no se hizo nada. Ni evacuaciones preventivas ni alertas precoces, NADA, se actuó tarde y mal. La emergencia climática es una realidad, la ciencia lleva avisando décadas, pero el tiempo sigue pasando inexorablemente conduciéndonos a la extinción. Las vidas humanas no importan, prima el beneficio capitalista, la producción, la acumulación de riqueza,… Recientemente se ha vuelto a recordar que los ricos contaminan más que las personas pobres, un informe de Oxfam Intermón alerta de que los milmillonarios contaminan más en 90 minutos que una persona “normal” en toda su vida. Pero nadie detiene esta sinrazón. Seguimos produciendo tonterías por encima de nuestras posibilidades, no queremos renunciar a este modo de vida aunque nos suponga la muerte. El pensamiento crítico brilla por su ausencia y las científicas y los científicos claman en el desierto, recibiendo burlas y descalificaciones. La película Don’t look up fue absolutamente premonitoria.
Tengo bastante perdida la fe en la humanidad pero las escenas de solidaridad en Valencia me la devuelven un poco (migrantes cocinando en la calle para la gente cercana que lo ha perdido todo, ríos de personas yendo hacia las zonas afectadas a ayudar: “sólo el pueblo salva al pueblo”, frase repetida en redes sociales ante la incompetencia gubernamental); creo que las tragedias tienen la ventaja de unirnos frente a la adversidad y hacer resurgir el sentimiento comunitario, pero también decían que íbamos a salir mejores tras la pandemia por COVID-19 y no sólo no mejoramos, sino que empeoramos por momentos.
Hay que tener valentía política para frenar las conspiraciones y el negacionismo, el capitalismo salvaje, la vulneración de derechos humanos básicos,… y devolver a la ciudadanía la esperanza de que todavía estamos a tiempo de revertir el desastre. Desgraciadamente no será la última tragedia que vivamos, hay que formar a la población ante emergencias y catástrofes, y hay que hacer caso a la ciencia y sus avisos y no tomarlos a cachondeo. Nos va la vida en ello.
Nota: a fecha de 1 de noviembre, en la Comunidad Valenciana se habían recibido 1.900 denuncias de personas desaparecidas en el 112 y la cifra de fallecidos/as se incrementaba a 200. Un auténtico horror.