He tenido la desgracia de experimentar hace una semana el estado de la sanidad en Canarias. Primero, en el Hospital General de La Palma y en segundo lugar, en el Hospital Universitario de Canarias (HUC), en Tenerife. Y que conste que la experiencia surrealista que voy a describir a continuación no tiene nada que ver con la profesionalidad del personal sanitario que, especialmente en Tenerife, y en radiología, nos atendieron estupendamente (gracias a su buena voluntad, el trance se superó de manera favorable).
El 15 de julio, una señora de 81 años (mi madre para más señas, aunque eso es lo de menos) se cae en S/C de La Palma y se fractura un hombro. Ese fue el diagnóstico que recibió después de casi tres horas de espera en las urgencias del Hospital, pero bueno, incluso ese tiempo me parece una pequeña minucia en comparación con la odisea posterior. El 23 de julio, su traumatólogo le dice que posiblemente tendrían que operarla y la deriva al HUC en Tenerife para una nueva valoración.
El HUC le da cita para el 2 de agosto y allá que viene mi madre desde La Palma, trastabillando porque camina fatal (de ahí sus sucesivas caídas), hasta el HUC. Y aquí viene la parte interesante: desde el Hospital de La Palma le habían grabado su historia clínica, radiografías incluidas, en un CD (yo cuando lo vi me dije: ¡anda, qué moderna y sofisticada está La Palma, cómo cambian las cosas!, no te pueden operar de una fractura de hombro pero tienen grabadora de CD!!!), pero, oh! sorpresa, el nuevo edificio del HUC, que es muy mono y tal, no tiene en sus consultas de traumatología lectores de CD por lo que el traumatólogo que tenía que ver a mi madre se cabreó mucho y dijo que allí había que ir con documentos y no con esas tonterías de CD (a lo que yo pensé: ¡viva la coordinación interadministrativa! porque si mi madre fuera el único caso que derivan de La Palma lo podría entender, pero no es el único, desgraciadamente). Total, que después de que el traumatólogo nos abroncara por no llevar «papeles», nos mandó a hacer una radiografía para poder ver el estado de la cuestión… al edificio viejo del HUC!!! Y allá que nos vamos, trastabillando de nuevo, recorriéndonos medio hospital para las radiografías. Pero oh! sorpresa nuevamente. Cuando llegamos al edificio viejo estaba cerrado porque el horario de atención al público ya había pasado. Ahí fue el momento en el que yo eché la «llorada» y tras una magnífica interpretación merecedora de un Óscar, a mi madre le hizo una radiografía «destrangis» una simpática enfermera a la que estaré eternamente agradecida. Así que, trastabillando de nuevo, volvimos al edificio nuevo, ese tan mono que no tiene lectores de CD, pero eso sí, este HUC está conectadísimo consigo mismo porque no hizo falta que nos lleváramos la radiografía en la mano sino que el traumatólogo ya la veía directamente en su ordenador. Tras verla dijo: ud. no necesita una operación (como se puede comprobar los diagnósticos médicos entre La Palma y Tenerife, son «supercoincidentes»), lo que necesita es rehabilitación, y es urgente que empiece ¡ya! Así que el hombre, muy voluntarioso, emitió un largo informe (bueno, media página, pero para lo que escriben los médicos era largo), informando a La Palma de la urgencia de la rehabilitación (de hecho tenía que haber empezado a partir del 2 de agosto, transcurridos unos 15 días de la caída).
Le han dado cita para «valorarla» en rehabilitación de La Palma… ¡el 23 de agosto!
¿Me pagará Mercedes Roldós las secuelas que le queden a mi madre por su falta de medios e incompetencia para sacar a nuestra sanidad pública de la lamentable situación en la que se encuentra? (Para quien no lo sepa, Mercedes Roldós es la Consejera de Sanidad del Gobierno de Canarias, del PP para más señas).