Una querida compañera periodista, Carla Medina, publicaba hoy esto en su Facebook: «Especulan con los países y ya está. Da igual que nos financien, que nos rescaten, que nos subvencionen o que nos sobornen… da igual. Esto es un juego de guerra, estrategia bélica aplicada a los mercados. Y estamos perdiendo queridos….» (yo añadiría, y queridas, por esto de que soy feminista y hay que visibilizar a las mujeres, que nos estamos llevando la peor parte de la mal llamada «crisis», ahora mejor llamada estafa o guerra económica). Y como muy bien sabe mi querida Carla, sufridora del desempleo y los recortes de la dura, o mejor dicho, jodida profesión periodística, parece que no somos las únicas que pensamos que esto no es una crisis, que esto es una guerra, con una nueva modalidad estratégica. Ahora ya no hay tanques en las calles, no hay bombas cayendo en nuestras ciudades, eso lo dejamos para otros países, aquí en occidente somos muy «civilizados/as», aquí no nos manchamos con la sangre de otros/as (ya bastante derramamos), ahora nos la chupan directamente. Los mercados nos vampirizan, pero eso sí, elegantemente, sin ensuciarse los «guantes blancos». Ahora las batallas se libran en las bolsas, los proyectiles se llaman «prima de riesgo» y los ataques a la soberanía de los pueblos se llaman «líneas de crédito». Si ya estábamos ahogados/as con los recortes de esta legislatura, miedo me da lo que puede suponer el rescate bancario.
Hace unas semanas, Jordi Évole entrevistó al exvicepresidente de la Bolsa de París y hacía un interesante análisis de la estafa colectiva que están efectuando los mercados y los gobiernos a la ciudadanía y afirmaba que, efectivamente, estamos en una guerra económica, pero también estamos en un momento donde nos tenemos que replantear qué sistema queremos, qué valores han regido este sistema hasta ahora y cuáles queremos definir para el futuro.
Mientras la principal noticia de la prensa sea el valor de la prima de riesgo y no se hable de las personas que están perdiendo derechos, mientras sea más importante la especulación financiera que las personas, mientras se sigan perdiendo vidas a consecuencia de llegar a situaciones límite, de no tener lo mínimo para subsistir y nuestros/as gobernantes se vayan al fútbol, difícilmente podremos darle un vuelco al sistema. Mientras se nos aletarga con la «Eurocopa», millones de personas en Europa pasan hambre y en nuestro país alcanzamos récords históricos en pobreza infantil. Creo que vamos a una deriva sin precedentes en los últimas décadas, el crack de 1929 va a parecer una chiquillada frente a lo que tenemos encima. Y salvo tímidos repuntes del 15M, la ciudadanía se muestra conformista y apática (eso sí, los gritos de ¡¡¡gooooool!!! cuando marca la roja se oyen por todas partes). Cierto es que ha habido una gran movilización en la huelga general del 29 de marzo y sucesivas manifestaciones al respecto, pero el no conseguir los objetivos a la primera no nos debe hacer bajar la guardia, ni perder la esperanza ni desmovilizarnos. Es el momento de poner en práctica eso de que «la unión hace la fuerza».
Y por si no tuviéramos poco con la guerra económica, dentro de nada nos enzarzaremos en otra guerra ideológica frente a este gobierno impresentable. Además del desmantelamiento de los servicios públicos, nos vamos a enfrentar con el desmantelamiento de los derechos que tanto nos ha costado conquistar: los derechos sexuales y reproductivos. Pero esto será objeto de otro post. Ahora será cuestión de resistir, de pertrecharse de «armamento» ideológico, de valores, de alternativas, de otra forma de entender el mundo y empoderarnos lo suficiente para que quienes gestionan nuestro futuro, con escaso éxito hasta ahora, dejen paso a savia nueva que ponga la ética y el bien común por encima de los intereses individuales.
La crisis de los ricos, la crisis del sistema patriarcal, capitalista y neoliberal tenemos que dejar de pagarla las/os pobres. No es tolerable que los banqueros sigan despidiéndose de sus desaguisados con indemnizaciones millonarias, no es tolerable que cargos públicos hagan un uso ilegítimo del dinero y los recursos públicos cuando se llenan la boca pidiéndonos cada vez más esfuerzos de austeridad al resto, mientras el alojamiento en hoteles de 4 y 5 estrellas, los coches oficiales y las prebendas de todo tipo siguen siendo el pan de cada día. No, no es tolerable, es indecente e inmoral. Frente a esto hay que crear espacios de conciencia colectiva, hay que hablar con la gente de lo que está pasando, desde todos los espacios, desde las escuelas, desde los centros de salud, desde los servicios sociales, desde las asociaciones vecinales,… hay que despertar del letargo. Porque, queridas mías y queridos míos, recordad que estamos en guerra… y esto no es ningún juego.