Ser trabajadora social no mola, no es fashion, no es cool… Quitar niños/as o arreglar paguitas… puagh, qué demodé! Porque como todo el mundo sabe las trabajadoras sociales somos esas pérfidas mujeres (y unos pocos hombres) que se encargan de juzgar, cuestionar y arrancar retoños de los brazos de amantísimas familias o, en el mejor de los casos, decirle a ancianitas/os si tienen o no derecho a las miserias que reparte el maravilloso estado de bienestar que tenemos. Nosotras estamos ahí para garantizarlo, para no cuestionar el orden establecido… Pero incluso eso es ya muy antiguo, del siglo pasado…
Mary Richmond y su Social Diagnosis, por favor, qué cansinas somos con tanta Richmond! Con lo que mola tener como referente espiritual a Paulo Coelho, dónde va a parar! Donde esté Coelho que se quite Freire, otro Paulo, pero con menos flow.
En el siglo XXI lo que mola es ser coach, lo in es hacer networking (para qué decir trabajo en red, eso es muy out). Lo auténticamente innovador es quitarnos esa denominación de trabajadora social y presentarnos como coach, biopsicosocioterapeutas, consteladora familiar o cualquier otra alternativa que se os ocurra. Ya dice una página de una conocida coach, a la que no voy a hacer publicidad, que se está abusando de dicho término, ahora todo el mundo es coach, y realmente un/a auténtico o auténtica coach parte de las siguientes premisas:
- El coach no dirige o hace el cambio, acompaña en el proceso de cambio.
- El coach no dice lo que tienes que hacer, pregunta para que seas tú, como cliente, el que encuentre sus propias opciones.
- El coach trabaja de presente a futuro.
¿Algún parecido con el Trabajo Social? ¡Qué va! ¡Ninguno!
Dónde va a parar un elevator pitch frente a afirmar que innovamos en la presentación de proyectos; dejémonos de trabajo comunitario, ahora el objetivo es conseguir resultados inmediatos, a corto plazo, y para ello qué mejor que incorporar en nuestro discurso terminología propia del mundo empresarial aliñada con un toque social para no perder la costumbre. Qué obsoletas han quedado aquellas planificaciones divididas en plan, programa y proyecto, frente a lo molonas que resultan unas planificaciones estratégicas, tácticas y operativas… conceptos belicistas y empresariales nos dan un plus de credibilidad.
Pero sin duda, los contenidos estrella para lxs coach tienen que ver con el “desarrollo emocional”, la autoconciencia, la positividad en nuestra vida,… Sonríe o muere (Barbara Ehrenreich dixit, libro absolutamente recomendable, por cierto).
Y ahora, pongámonos serias y dejemos la ironía. Todo lo que tenga que ver con alternativas New Age corre el riesgo de mezclar sincréticamente prácticas de éxito contrastado con pseudoterapias sin base científica; y en Trabajo Social, que tenemos una formación neuropsicológica nula y un ansia por incorporar conocimientos de otras disciplinas para alcanzar un status profesional que parece que la nuestra no nos aporta, vamos pillando todo lo que suena postmoderno pensando que es lo mejor. Y no, no tenemos que beber de fuentes ajenas cuando la nuestra ya nos proporciona todo lo que necesitamos; o al menos, que las fuentes primordiales sean las nuestras y las otras un complemento, siempre analizado con sentido crítico.
En Trabajo Social llevamos haciendo desarrollo personal toda la vida, eso sí, aderezado con justicia social, derechos humanos y un enfoque de transformación social de las desigualdades estructurales a las que nos enfrentamos. En Trabajo Social, el empoderamiento, el acompañamiento de procesos de cambio, es nuestra razón de ser, y no hace falta cambiar nuestra denominación de origen, hay que poner en valor el verdadero espíritu y contenido del Trabajo Social, nuestros principios y valores. No hay sino que darse una vuelta por nuestro Código Deontológico y recordar que la dignidad, la libertad y la igualdad son los principios que nos mueven, y no habrá coaching mejor en el mundo que la aplicación de los mismos.
El peligro de centrar determinadas intervenciones en “lo emocional” es que puede suponer la desarticulación de la lucha colectiva. Y no quiero decir que desde el Trabajo Social no se tenga que abordar lo emocional, es más, se debe hacer (y si es en equipos interdisciplinares mejor), pero sin abandonar “lo social”; los enfoques individualistas de entrenamiento en la gestión emocional pueden hacer perder de vista las causas estructurales que provocan determinadas emociones.
Ahora se nos trata de vender felicidad a corto plazo, la moda Mr. Wonderful pone el acento en que podemos superar los problemas si nos lo proponemos; la responsabilidad recae en una o en uno mismo; de ahí la proliferación de entrenadores/as personales para potenciar al máximo nuestras mejores habilidades, destrezas y capacidades, y pobres de nosotras/os como no las potenciemos, que lo de la sociedad hostil, precarizada y violenta ya es otro cantar. Si yo soy la culpable de mis desgracias para qué colectivizar la lucha. La desarticulación social, comunitaria, de estos planteamientos es preocupante y frente a esto, el caldo de cultivo propio para que se alcen voces de gurús salvadores, con planteamientos a veces terroríficos: ultraconservadores y antisociales. De ahí que el mejor antídoto frente a ello siga siendo, para mí, el Trabajo Social crítico y feminista. Tenemos que dignificar un Trabajo Social sin apellidos, ser trabajadora social sí que mola, y mucho, porque como perdamos nuestra identidad lo perdemos todo.
Nota 1: Definición de Trabajo Social según la FITS para colegas desmemoriadas/os: El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra las personas y las estructuras para hacer frente a la vida y aumentar el bienestar (Más información pinchando aquí) ¿Qué mejor coaching que esta definición?
Nota 2: Los anglicismos usados en este post están utilizados de forma crítica “a conciencia”; soy de las que cree que es mejor hablar de trabajo en red, de empoderamiento, de entrenamiento personal que de networking, empowerment o coaching; creo que nuestro idioma tiene un universo lo suficientemente abundante para nombrar la vida sin necesidad de apropiarnos términos de otro.
Estupenda reflexión, gracias por compartirla. Debatiria el comentario sobre la «modernización» de los términos relacionados con la planificación; y quizás, mas que en lo «emocional» pondría el énfasis en lo individual, la cuestión no es que aspecto de la triada humana se aborda, sino cómo, desde lo individual micro? O desde lo colectivo meso? Como crear el encuentro? Encantada de compartir.
Lo debatimos cuando quieras! Con respecto a lo emocional, creo que hay que abordar lo cognitivo, lo emocional y lo social desde enfoques interdisciplinares, pero intentando buscar un equilibrio entre lo individual y lo colectivo. Lo preocupante de determinadas pseudoterapias es que ponen el foco en la persona olvidando todo su contexto y las estructuras de poder, y eso es peligroso! Por lo demás, sí creo posible el encuentro entre sistemas (micro, meso, exo, macro), siempre que ese encuentro sea deseado y promovido por quien tenga capacidad de hacerlo, y nuestro perfil profesional es idóneo para eso. 😉 Gracias por tu comentario!