Tengo mi blog abandonado. Y no es que no haya cosas que contar, o tal vez sea eso, que hay tanto que no sé por dónde empezar. El acoso y derribo a Garzón me ha tenido un poco «traumatizada» preguntándome hacia dónde va la justicia en este país. Esta semana justamente la 2 ha pasado, supongo que sin pena ni gloria, una película, para mí bastante buena, que aludía a uno de los procesos iniciales más sonados de Garzón: la lucha contra el narcotráfico. La película es «Heroína» y es absolutamente recomendable, sobre todo porque refleja la lucha real de una auténtica heroína gallega, Carmen Avendaño, que se enfrentó en su momento, en la década de los 80, cuando la droga enganchaba a cientos de jóvenes en Galicia a los narcotraficantes más poderosos de las Rías Baixas (Sito Miñanco o Laureano Oubiña, entre otros, detenidos en la famosa operación Nécora).
Mientras se toque a narcotraficantes, terroristas o los GAL, todo va bien, cuando se va a por los desaguisados de la dictadura franquista ya no todo va tan bien. Parece que en este país hay cosas que aún son intocables y parece que la transición guardó bajo la alfombra del olvido muertos que no se pueden levantar. Sí levantó ampollas en algunos (y aquí hago un uso sexista del lenguaje de manera consciente) que se empezaran a retirar los símbolos franquistas de los espacios públicos, ahora el que se intente hacer justicia frente a los crímenes franquistas ha desatado las iras de «Falange» (sí, es anacrónico pero siguen existiendo) y «Manos Limpias» (¿? qué paradoja de nombre!) que han cargado contra quien ha osado semejante «sacrilegio» (y es que hay gente a la que no le gusta que le toquen las fosas… nasales).
Garzón es de esos personajes que levanta pasiones encontradas (recuerdo a una amiga criminóloga que le adoraba, pero no parece despertar tal admiración entre la ultraderecha española), a mí, la verdad, es que me suele agradar la gente que tiene un sentido elevado de la justicia. No sé si Garzón habrá cometido fallos en la instrucción de sus procedimientos, no sé si habrá prevaricado, no sé si se ha lucrado en exceso a costa de su «personaje» mediático (el juez estrella), pero lo cierto es que ha «enchironado» a bastantes indeseables que no merecen andar sueltos por el mundo, y eso, qué quieren que les diga, es una tranquilidad. Podríamos debatir la idoneidad o no del sistema de prisiones, podríamos plantearnos que nuestro sistema judicial no reduce la criminalidad y que habría que apostar por otros modelos, sí, podríamos cuestionarnos muchas cosas, pero lo cierto es que, mientras el sistema siga siendo el que tenemos a mí, jueces como Garzón, hacen que me sienta más segura. Resulta irónico que un tío que yo consideraba «legal» esté ahora en el punto de mira por ser precisamente «ilegal». Habrá que ver cómo transcurren los acontecimientos…
Y dejando de lado a Garzón, menos mal que lo del volcán no nos ha pillado en verano, porque entonces sí que nos lo hubiéramos pasado «genial» millones de personas en plena operación vacacional tiradas en los aeropuertos. Hay que ver lo que puede provocar una nube de ceniza, no quiero ni pensar lo que puede pasar si le da por erupcionar a veinte volcanes a la vez. ¡Qué «suerte» estamos teniendo!, en plena crisis económica y un volcán ocasiones millones de euros de pérdidas diarias.
Y pasando a las noticias «caseras», si la crisis aérea está resultando catastrófica, también se «pierde» dinero en el Ayuntamiento de S/C de Tenerife, especialmente los casi 50.000 € anuales que se endosa una asesora del alcalde a la que no conocen en el citado Ayuntamiento. Yo de mayor quiero ser asesora!!! Y a ser posible que me conozcan poco y que cobre mucho. ¿Qué hay que hacer para ser asesora? Creo que curriculum me sobra (23 páginas), dos carreras universitarias, dos máster y soy lista. ¿Sr. Zerolo me contrata? Estoy segura que tiene asesores/as menos preparados/as que yo y estoy dispuesta a asesorarle al módico precio de 40.000 € al año (¡ya le ahorraríamos a la ciudadanía de S/C casi 10.000 €!) ¿Ha colado?
Ains! Qué triste! me temo que voy a seguir con mi trabajo habitual… (que además se me está acumulando)