Empatía «for dummies»

Parafraseando la famosa colección de libros “for dummies”, me gustaría hacer algunas reflexiones sobre la empatía y la competencia social al hilo de algunas experiencias propias y relatos de amigas estas pasadas navidades (por cierto, hay hasta un “Feminismo for dummies”, que le vendría muy bien a algunos tipos que conozco, pero esto sería objeto de otro post). 

Toda persona debería tener interiorizadas técnicas de comunicación asertiva y no violenta; habilidades sociales, emocionales y cognitivas; escucha activa,… Estos contenidos los llevo impartiendo en la universidad desde hace diez años, pero cada curso salgo convencida de que un cuatrimestre es un tiempo excesivamente corto para el alumnado interiorice lo aprendido y lo pueda aplicar en su vida cotidiana. A quienes hemos pasado hace décadas por la universidad nos sigue costando y cometemos errores en las relaciones humanas, aunque intentamos ser conscientes de ello y corregir y mejorar.

Elia Roca (2015) define las habilidades sociales como una serie de conductas observables, pero también de pensamientos y emociones, que nos ayudan a mantener relaciones interpersonales satisfactorias, y a procurar que los demás respeten nuestros derechos y no nos impidan lograr nuestros objetivos. La persona socialmente hábil busca su propio interés, pero también tiene en cuenta los intereses y sentimientos de los y las demás, y cuando entran en conflicto trata de encontrar, en lo posible, soluciones satisfactorias para ambas partes.

La empatía forma parte de esas habilidades cognitivas y emocionales; viene a ser el pensamiento de perspectiva que definieron Spivack y Shure (1974) que se refiere a la capacidad de ponernos realmente en el lugar de la otra persona, sin juzgar, cuestionar, desconfiar o estereotipar. Es entender por qué piensa así, nos hace comprender mejor para perdonar, ayudar, consolar, aconsejar y, también, oponernos con firmeza a quienes esgrimen argumentos en contra. Este pensamiento hace posible la empatía o sintonía afectiva con otros/as. Responde a la pregunta ¿cómo se puede sentir la otra persona?

Para empatizar hay que conocer, hay que escuchar, hay que sentir,… hay que conmoverse ante el dolor ajeno pero también celebrar y alegrarse ante los logros positivos de nuestras semejantes. Los y las narcisistas tienen un profundo déficit de empatía, por ejemplo, y ahí están muchos, gobernando el mundo…

Otros con dificultades empáticas son los hombres socializados en los modelos de masculinidad hegemónica, es decir, casi todos. Estas navidades vi este vídeo en el que una chica explica cómo los novios / maridos no conocen a sus parejas (mujeres) y van a una tienda en el último momento y pillan lo primero que ven sin tener claro realmente si eso lo usaría o le gustaría a la mujer a la que van a regalar (al siguiente día laborable ellas van a devolver esos regalos). ¿Por qué ocurre eso? Porque no escuchan, no se fijan, no les importa lo que nos gusta, deseamos, necesitamos,… Cuando eres socializado para que la centralidad del mundo seas tú (modelo masculino tradicional), lo que sintamos, opinemos o nos afecte a las mujeres no importa.

Hay algunos que aparentan ser educados, pero en el fondo reproducen la misma carencia de habilidades que el resto, disfrazada de cortesía. Son aquellos a los que les dices: “cariño, voy a tener que volver a pasar por el quirófano” y la respuesta es … cri, cri, cri. Y si echamos en cara su falta de interés, su respuesta es: “no me dijiste la fecha de operación”… Y tú, ojiplática, piensas: ¿por qué soy yo la que tiene que dar toda la información? ¿No puede haber preguntas como qué ha pasado, necesitas algo? Vamos, lo que sería un diálogo igualitario.

También están los que piensan que regalando una flor suplen meses de ausencia, o los que entienden que la amistad se construye vía whatsapp, sin contacto físico, sin una mirada, sin un abrazo, o quienes te dicen: a ver si hablamos, a ver si nos vemos, … y nunca hablan ni te ven. En fin, variedades de lo mismo: nula empatía.

Cuando muchas mujeres hablamos entre nosotras sobre nuestras experiencias en este sentido, observamos el mismo patrón: nosotras aportamos escucha, cuidados, afecto, sexo … a una relación, pero en cuanto dejamos de ser nosotras las que “tiran del carro”, todo se estanca y se evidencia la falta de reciprocidad. Ellos no están dispuestos a hacer nada que perjudique sus privilegios, nosotras hemos sido socializadas para cuidar a otros, ellos para ocuparse de sí mismos. Lo triste es que cuando intentamos que lo vean, reactivan y se escudan en que siempre estamos reprochando; el estado ideal de las mujeres para algunos es calladas y complacientes.

Así pues, la cantidad de situaciones vitales que me han contado y que he vivido recientemente me han inspirado para establecer un decálogo para construir empatía en quienes carecen ella o la tienen de forma deficitaria:

  1. Escuchar activamente: eso significa callarse, vaciar la mente de prejuicios y escuchar simplemente, sin cuestionar, sin interrumpir.
  2. Reconocer la legitimidad de los sentimientos negativos (ej. el enfado, el reproche) y validar esas emociones, no la conducta inadecuada o destructiva pero sí las emociones, por ejemplo, la rabia, la tristeza, la decepción,…
  3. No decir “lo que tú tienes que hacer es…”
  4. Interesarse por la situación que causa aflicción, alegría, miedo, ternura,…
  5. Evitar justificaciones por situaciones pasadas, por ejemplo: es que soy así porque no tuve cariño de pequeño. Si con 40, 60 o X años, siguen recurriendo al pasado para decir yo soy así y no puedo cambiar, huye querida, ya han tenido tiempo para hacer terapia. No vas a encontrar empatía ahí.
  6. Acompañar a la persona en su proceso: ¿qué necesitas? ¿qué te gustaría que pasara? ¿qué puedo hacer para ayudarte?
  7. Transmitir empatía con todas las formas de comunicación, verbal y no verbal (tono de voz suave, mirada sincera, gestos abiertos,…) Esto implica presencialidad, no se resuelven conflictos en las relaciones humanas por teléfono o redes sociales.
  8. Utilizar mensajes “yo” en lugar de mensajes “tú”, por ejemplo: “me siento mal cuando nos relacionamos de esta manera”, en lugar de: “tú siempre igual, no paras de reprocharme”.
  9. Explicitar claramente los límites, lo que es tolerable y lo que no.
  10. Todo esto pasa por relaciones construidas en clave de igualdad, cariño y buentrato; si hay desequilibrios de poder, es inviable.

La empatía, en definitiva, no significa opinar lo mismo que la otra persona, ni sentir lo que ella siente, implica sentir, entender e interpretarla, percibiendo sus emociones, valores y visión del mundo. Implica honestidad para afrontar el conflicto, pero también habilidades de cuidado hacia otras personas y no solamente hacia uno o una misma.

Fuente imagen: redes sociales (Facebook)

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