En las últimas semanas he asistido perpleja a varios acontecimientos que me hacen cuestionar hasta qué punto los sectores políticos “progresistas” han interiorizado los posicionamientos feministas. El pasado 15 de enero, el programa “La Tuerka”, presentado por Juan Carlos Monedero, tuvo el detalle de dedicar un programa a las desigualdades de género bajo el título “El feminismo invisible” (eso sí, sin ahondar en la violencia machista que parece que eso no es un problema grave para quienes militan en “Podemos”, la desigualdad salarial, la paridad política,… esas cosas sí, la violencia machista no), y así, haciendo honor al título, fueron invisibilizando cosas y visibilizando otras, como la custodia compartida en la voz de Paco Rodríguez de la Asociación de Padres y Madres en Acción (como las mujeres tenemos pocos problemas, en un programa sobre feminismo se le da voz a esta peña, muy coherente todo).
Estaban presentes en el programa Yayo Herrero (FUHEM, y sin duda el mejor discurso del programa), Marta Marbán (Ciudadanos, el contrapunto machista al resto), Beatriz Gimeno (escritora, activista LGBT y miembra del Círculo “Feminismos” de Podemos, de la que esperé algo más en ciertas respuestas, y muy buena en otras) Tania González (Eurodiputada de “Podemos” que se tiene que currar más su discurso feminista político) y el flamante responsable del área de igualdad del citado partido, “Podemos”, Pablo Castaño, un jovencillo con rizos a lo Bisbal y con un discurso básico de manual de 1º de feminismo invisible. Y una se pregunta, ¿no había mujeres feministas suficientes en Podemos para asignar la responsabilidad de igualdad a un hombre? Me podrán decir que es importante que los hombres se impliquen y se visibilicen en estos temas, claro que sí, pero ¿desde un papel protagonista o secundario? Si hemos sido nosotras las que históricamente nos hemos ocupado de defender con uñas y dientes la igualdad, ¿por qué a la hora de dar un puesto de responsabilidad pública se lo dan a un tío? Progresismo de izquierdas debe ser… ah! no, que “Podemos” no se define ni de izquierdas ni de derechas.
Y así las cosas, asistiendo a la excarcelación de Bárcenas, al vídeo de Rajoy “puerta a puerta”, a las declaraciones de Toni Cantó diciendo que “no cree en la Ley contra la Violencia de Género” (¿en este país no pasa nada cuando un diputado dice que no cree en la Ley?) o a un Ministro que pretende otorgar custodia compartida a maltratadores, celebramos el triunfo de Syriza en las elecciones griegas. Y tras la euforia de la noche del 25, pasamos a la decepción ante la conformación del nuevo gobierno: ni una sola mujer ministra. ¡Vuelve el hombre! los mejor preparados, dicen en las redes sociales, qué más da que no haya mujeres si son garantía de transformación, si van a sacar a Grecia de la crisis, eso es lo importante, da igual quien lo haga. Las primeras medidas adoptadas por el nuevo y testosterónico gobierno fueron celebradas en las redes con comentarios del tipo: ¡ole sus cojones! (leído con estos ojitos en Facebook). Sí, está claro que la política para los progres de izquierda vuelve a ser cosa de hombres, como el Soberano. Cosa de cojones, los ovarios parece que no tienen tanto poder para garantizar el bienestar del pueblo griego. Ahora no toca, chicas, lo sentimos. Para “vuestras cosas” habrá que seguir esperando. Primero los grandes problemas de Estado. Que nos maten como a chinches todas las semanas, que quieran impedirnos abortar, que exista la brecha salarial de género, que no tengamos presencia paritaria en los gobiernos,… eso no importa.
En España se dice que no somos Grecia, pero la agenda política feminista sigue sin calar en numerosas formaciones políticas, cuando no son abiertamente antifeministas. Y en este año electoral las mujeres deberíamos tener muy claro el sentido de nuestro voto. Porque no es democracia si no estamos nosotras y porque no nos representan si no tienen en cuenta nuestras reivindicaciones y nuestra presencia y protagonismo en los espacios de poder.