Tengo un autocompromiso de escribir un post al mes en este blog, pero mis últimos acontecimientos vitales (inicio de docencia universitaria) hacen que el tiempo disponible sea cada vez menor y los acontecimientos susceptibles de generar reflexiones cada vez mayores.
En estas últimas semanas la actualidad ha venido marcada por “Ratas”, piche, falta de ética e incompetencia gubernamental, vamos, lo habitual.
Mi actividad profesional ha venido marcada por un hastío infinito por tener que explicar hasta la saciedad a profesionales (con titulación universitaria) que la violencia feminista no existe y que los hombres maltratados no se pueden comparar con las víctimas de violencia de género. ¡Cómo están calando los nuevos mitos en la población! Es realmente preocupante que las mentiras sobre la violencia machista estén tan afianzadas, incluso entre profesionales, porque el efecto multiplicador de la reproducción de esas ideas equivocadas puede ser realmente desastroso. Tengo la sensación de que las mujeres víctimas de violencia son cada vez más cuestionadas, incluso por el propio sistema que las tiene que atender y garantizar su seguridad (esto que se llama violencia institucional) mientras que empieza a afianzarse que los hombres están cada vez más desprotegidos y son legión aquellos que sufren malos tratos por parte de las perversas mujeres. Esta semana veía un vídeo de una mujer, profesional, a la que no voy a hacer publicidad, que afirmaba que las mujeres somos las peores depredadoras, y se quedaba tan ancha. Y el problema no es que se quedara tan ancha, el problema es que miles de mujeres la siguen y creen sus palabras a pies juntillas (esto que se llama sentido crítico brilla por su ausencia). Cansino, es realmente agotador estar luchando contra los elementos (y es que menudos elementos andan sueltos por ahí), pareciéramos quijotes contra molinos de viento, y aprovechando esta metáfora cervantina y que estamos en fechas de ferias libreras, recomiendo que visiten alguna de ellas y adquieran libros escritos por mujeres, y si son mujeres feministas, mejor.
A unos instantes de comenzar el primero de mayo, y a las puertas de unas elecciones, sólo me queda pedir un deseo (utópico): por la unidad de la izquierda, por el derecho al empleo en condiciones dignas y por la vuelta de la sensatez, la ética, la cordura y el progresismo a gobernar los destinos de este país (y de sus entidades locales).