Escribo en el día internacional de los Derechos Humanos, en mundo que se me antoja cada día menos humano y en el que la garantía de derechos se ha convertido en una falacia. Uno de los objetivos de mi profesión es precisamente garantizarlos, conseguir que las personas se empoderen, sean conscientes de sus derechos y los ejerzan, sin embargo, se me hace cada vez más complicado. Estamos en un mes donde asistimos a innumerables contradicciones, por ejemplo: nuestras calles se iluminan para festejar la navidad (creo que más bien festejan un consumismo desenfrenado) mientras los hogares de millones de personas en el mundo sufren la pobreza energética. Y mientras, la consideración de “humano” no se considera para aquellas personas refugiadas, torturadas y discriminadas por razón de su orientación sexual, identidad de género, etnia, sexo,…
- No se consideró “humana” Alicia, la joven de 24 años que murió ahogada en un club donde se prostituían mujeres para goce y disfrute de los mismos de siempre: ellos.
- No consideró “humana” a la mujer que un salvaje empujó por las escaleras en el metro de Berlín.
- No consideraron humanos/as a la cantidad de menores víctimas de abusos y agresiones sexuales por parte de curas pederastas (y otros especímenes como profesores, padres, abuelos,…)
- No consideran humanas a la ingente cantidad de lesbianas víctimas de violaciones “correctivas” para “curarles su desviación”.
- No consideró humana a Yuliana Samboni, la menor de 7 años violada, torturada y asesinada en Bogotá, el cerdo de su agresor.
- No consideraron humana a Lucía Pérez, 16 años, drogada, violada y cruelmente asesinada en Mar de Plata (Argentina).
- No consideraron humanas a Mariana Carmen Radú, Silvia García, Mirella Gheorghe, Isabel L. Cebrián, Lucinda Expósito, María Santos, Lisa Jane Little, Ascensión Amores, Ana Gómez, Paqui Maroto, Soraya Gutiérrez, Victoria Sard, Tatiana Vázquez, Mª Carmen Lauría, Cristina Gálvez, Yolanda Jiménez, Rosario Roche, Marina Candelaria González, Lucía Patrascu, Jana Enache, Aranzazu, Teresa Sánchez, Karla Belén Pérez, Alexandra Rodica, Carmen García, Benita Núñez, Cristina, Arantza, Juene Railton, Flori, Ada Graciela Benítez, Estefanía María, Isabel Paixao, Jaqueline, Yolanda Pascual, Celia Navarro, Alia Díaz,… Y todas aquellas que desconocemos su nombre y que han sido asesinadas durante 2016 por parte de los malditos asesinos machistas.
¿Qué tiene en común esta lista? Que la mayor parte de víctimas son mujeres y niñas y los asesinos, torturadores, violadores,… son hombres. Un slogan del movimiento feminista ha sido que los derechos de las mujeres son derechos humanos, también lo ha reconocido la ONU, pero ha servido de poco. Está claro quiénes se llevan la peor parte a la hora de repartir derechos.
La RAE (Real Academia Española) sigue definiendo lo humano como lo propio del hombre, tal vez por eso a las mujeres no se nos considera humanas, estamos desposeídas de la cualidad que nos convierte en sujetas de derechos. Tal vez por eso, cada 10 de diciembre, se nos hace más extraño y ajeno.
Dedico este post a todxs lxs “sin derechos”: a las mujeres y niñas violentadas, a las personas refugiadas, a los pueblos sometidos y explotados, y en especial, a mis amigas víctimas de violencia y acoso (de eso que no ocurre en España, un país con “muchos derechos”).
Y como cualquier otro día en el año, siempre es bueno recordar que millones de mujeres en el mundo nos esforzamos por construir la paz y hacer de este planeta un lugar más igualitario, justo y seguro.