La respuesta a esta pregunta es una obviedad: no, no se puede obligar a querer, pero para una buena parte de la judicatura parece que los afectos han de resolverse a golpe de sentencia judicial. Eso parece que es lo que pretenden cuando se obliga a menores a mantener contacto con un padre al que han visto maltratar a su madre, que les ha maltratado a ellas/os o que ha llegado a abusar sexualmente en muchos casos. Sigue leyendo ¿Obligar a querer?
Categoría: Violencia de Género
Alerta por violencia de género
El 13 de julio escribí mi último post en el blog, tres días después del asesinato de Laura, en S/C de La Palma. Tras dos meses de silencio, este nuevo post tiene el mismo motivo: el asesinato de Iris, en el barrio de “El Sobradillo”, en S/C de Tenerife. Entre Laura e Iris, muchas, demasiadas vidas de mujeres siguen siendo truncadas por asesinos machistas que siguen inspirando compasión en instancias judiciales. Sigue leyendo Alerta por violencia de género
De Ana a Laura: 18 años de feminicidios en España
El pasado 10 de julio, en plenas fiestas lustrales de mi isla natal, una joven de 26 años era rociada con gasolina y quemada viva por su ex novio, no, no voy a poner presunto, creo que hay suficientes testigos y razones que le atribuyen su culpabilidad. Laura González Lorenzo falleció a las pocas horas de que el asesino David Batista decidiera su destino porque, como en tantas y tantas ocasiones de violencia machista, o era para él o no era para nadie.
Dieciocho años atrás, en 1997, un suceso similar conmocionaba a este país: otro asesino, José Parejo, rociaba también con gasolina y quemaba viva a la que había sufrido con él 40 años de malos tratos, Ana Orantes. La principal diferencia entre Laura y Ana, su edad; la principal similitud, ambas eran mujeres que habían soportado situaciones de violencia de género por períodos de tiempo diferentes, uno más corto y otro más largo, difícil de medir la intensidad y el daño provocado. El mismo método, el mismo dolor en su muerte. Sigue leyendo De Ana a Laura: 18 años de feminicidios en España
#MachismoMata no es trending topic
Se acaba marzo, el mes de las mujeres (por eso del 8 de marzo y los innumerables actos que recuerdan que la igualdad es aún una utopía), y los violentos han decidido “celebrarlo” de forma macabra. Cinco asesinatos por violencia machista en el día de hoy y varios intentos frustrados en estos días, uno de ellos aquí, en Tenerife. La indignación feminista se hace presente en las redes sociales, pero no hay un clamor popular y masivo contra la violencia. Parece que nos hemos acostumbrado, ya no genera tanta movilización y rechazo, ni al gobierno estatal parece importarle. Tras 5 víctimas mortales ni un triste tuit de condena por parte del Ministerio con competencias en la materia, no digamos ya del presidente del des-gobierno de este país (al menos hasta las 23:00, hora canaria). Sigue leyendo #MachismoMata no es trending topic
La legitimación de la violencia
Se acaba febrero, se acerca el 8 de marzo, y tengo que cumplir con mi autocompromiso de escribir al menos un post al mes; llevo semanas dándole vueltas al tema de mi post y tras los últimos datos publicados sobre la aceptación de la violencia de género por parte de los jóvenes (casi un 30% de éstos considera que “cuando la mujer es agredida por su marido, algo habrá hecho ella para provocarlo”), urge una reflexión sobre la eficacia de las políticas públicas para la prevención y erradicación de la violencia machista. (Y aprovecho la coyuntura para hacer algo de publicidad gratuita: justamente esa reflexión la vamos a propiciar desde la Asociación Contramarea los días 19 y 20 de marzo en S/C de Tenerife, ya ampliaré la información en Facebook). Sigue leyendo La legitimación de la violencia
Inocentes
Este pasado domingo 28 se celebraba el día de los Santos Inocentes, ese que recuerda la carnicería mortal que supuestamente provocó Herodes a cientos de bebés (según la moderna exégesis e historiografía bíblica se duda de su historicidad, pero allá que dos mil años después lo seguimos festejando con bromas varias); la verdad es que no alcanzo a comprender qué es lo divertido, si que supuestamente Herodes se pasara degollando infantes o si que veintiún siglos después celebremos algo que no sucedió.
Lo cierto es que la fecha del 28 de diciembre me sirve de excusa para recordar a otros/as inocentes. Aquellas niñas y niños que son víctimas silenciadas y olvidadas de las violencias más brutales: las agresiones y abusos sexuales, la violencia hacia sus madres por parte de esos padres (biológicos o no) que deberían amarles y protegerles y que lo único que hacen es torturarles al ejercer violencia contra sus madres en su presencia, porque sí, presenciar violencia de género por parte de menores es también violencia, es tortura, es maltrato infantil, aunque buena parte de la judicatura se empeñe todavía en pensar que un maltratador puede ser un buen padre. Sigue leyendo Inocentes
Narraciones reflexivas en torno a un 25 de noviembre
Como cada año, cada 25 de noviembre, conmemoramos el día internacional contra la violencia de género, la violencia machista, misógina y patriarcal, que cada año se cobra la vida de miles de mujeres en todo el mundo, una media de 70/80 en nuestro país. Y como cada año, en torno a esta fecha, nos inundan las actividades, los congresos, las jornadas de formación, los espacios de sensibilización, los manifiestos, los minutos de silencio,… y tras el 25 pasará otro año donde millones de mujeres seguirán sufriendo violencias, directas y simbólicas, visibles e invisibilizadas, y el resto del año parece que la violencia nos importa menos, o la vamos normalizando, y cada semana nos desayunamos con un crimen machista y ya no nos conmueve tanto; otra más, otra más que no denunció (afirman los medios culpabilizadores)… o sí, y el sistema no la protegió; otra más que pasará a engrosar una larga lista macabra de una violencia que parece no tener fin. Sigue leyendo Narraciones reflexivas en torno a un 25 de noviembre
Asesinos
Hoy es un día festivo en mi tierra, es el Día de Canarias, pero no tengo nada que celebrar. Hoy desperté con malas noticias, para no variar últimamente. Después de la trágica semana pasada con cuatro mujeres asesinadas por violencia machista en cuatro días, la suma continúa esta semana con otra víctima en Jaén, esta misma mañana, o con la víctima de Girona hace un par de días. 22 asesinadas según el Gobierno, 33 según las organizaciones feministas. Pero hoy también era portada de la prensa la denegación de aborto terapéutico a Beatriz por parte del Tribunal Supremo de El Salvador.
En los últimos meses no cesan las malas noticias, las noticias patriarcales que nos recuerdan que las mujeres seguimos siendo asesinadas, no morimos, que los jueces, los estados y la jerarquía eclesiástica siguen gobernando nuestro cuerpo, que seguimos sin ser libres, sin capacidad de decidir sobre nuestra sexualidad, nuestra maternidad y nuestra vida, que seguimos siendo ciudadanas de segunda, menores de edad, sin derechos. Las noticias nos recuerdan que no sólo se expropian terrenos, que el cuerpo de las mujeres está expropiado y apropiado por ellos, por hombres repletos de privilegios, poder y creencias sexistas que se sienten legitimados para decidir quién debe o no debe vivir. Una sociedad que prima la vida de un feto anancefálico frente a la de una mujer de 22 años que puede morir si su embarazo continúa adelante, y que ya es madre de otro hijo que está vivo, es una sociedad enferma. Igual de enferma que una sociedad que recorta derechos sexuales y reproductivos, que no condena rotundamente la violencia de género, que veta que se hable de “violencia machista” o de “mujeres asesinadas” como si las mujeres murieran porque les dio un mal aire.
Estoy rabiosa, muy rabiosa. Porque cada vez siento más sensación de impunidad frente a la violencia machista; porque el silencio cómplice implica ponerse del lado de los asesinos (y eso es lo que está haciendo el Gobierno central últimamente); porque los derechos de las mujeres son ninguneados; porque los posicionamientos conservadores, frente a la vida y dignidad de las mujeres, están en auge y no pasa nada; porque volvemos al fascismo a una velocidad de vértigo y ni nos damos cuenta.
Hoy también me he despertado con un artículo brillante que ha compartido en Facebook mi querida Alicia Murillo, “Cómo se siente una mujer”, de Claudia Regina, que recomiendo encarecidamente, pero he flipado con muchos de los comentarios que siguen al artículo, como flipantes son los comentarios que siguen a casi cualquier noticia que explicite la violencia machista o que defienda los derechos de las mujeres. Inmediatamente saltan los trolls del ciberespacio para recordarnos que qué más queremos, que ya tenemos igualdad “suficiente”, que somos unas mentirosas que denunciamos falsamente, que alienamos a las pobres criaturas contra sus “bondadosos padres” o que la custodia compartida es el mejor modelo del mundo para educar a las hijas y a los hijos. Porque lo que sentimos las mujeres en el fondo les importa tres pimientos, porque la tan cacareada “empatía” en algunos machos está ausente de su cerebro, emociones y conducta y, salvo honrosas excepciones, lo que sentimos las mujeres seguirá siendo patrimonio nuestro. Porque como dicen algunas compis, feministas de la disidencia, si no tienes vagina (iba a poner coño, pero me iban a acusar de soez ;-P), no puedes sentir lo que sentimos, ni tienes derecho a decidir sobre mi cuerpo.
Pero siguen decidiendo, siguen torturando, siguen golpeando, siguen violando, siguen vejando, siguen humillando, siguen acosando, siguen asesinando,… Y nos siguen considerando úteros andantes, esclavas en lo doméstico y en lo público (ahora que ya ocupamos el espacio público, precarizadas, eso sí), objetos sexuales de consumo, cuerpos triplemente explotados y controlados, porque el mecanismo de control patriarcal por excelencia ha sido, a lo largo de la historia, el control de la sexualidad de las mujeres: la expropiación, la cosificación, la negación del cuerpo, de la sexualidad y del deseo nos anula en nuestra condición de sujetos, deja sin efecto la condición de ciudadanas. Hace tiempo leí que no había un cuerpo en el mundo más utilizado, marcado y aniquilado que el de mujeres y niñas, sin embargo, no se activan las alarmas que se activaron, por ejemplo, ante el último atentado terrorista de Londres. Nosotras ya nos hemos “acostumbrado” al terror.
Hay hombres asesinos, pero también hay gobiernos asesinos, tribunales asesinos, jerarquías religiosas asesinas, creencias asesinas,… Si Beatriz muere habrá muchos culpables, si en nuestro país siguen asesinando mujeres, además de los asesinos, habrá responsables subsidiarios, aquellos/as que pudiendo destinar recursos para prevenir y erradicar la violencia no lo hacen. Porque no solo mata quien ejecuta el acto, sino quien legitima y permite que suceda.
El poder del «pater familias»
Quizá la noticia del verano que más nos ha revuelto las tripas (dejando al margen los desaguisados del desgobierno) ha sido la confirmación de que los huesos encontrados en la finca «Las Quemadillas» son humanos. Ya hay un cuarto informe que lo corrobora, con lo que las alarmas, efectivamente, se disparan al suponer que el frío y calculador «amantísimo» padre de los niños Ruth y José los pudo asesinar vilmente con el único objetivo de hacer el mayor daño posible a su expareja, Ruth Ortiz. A raíz de este descubrimiento, se publicaron numerosos comentarios en los medios y la gente se rasgaba las vestiduras preguntándose cómo puede existir un ser tan desalmado.
Pero lo cierto es que José Bretón no es el único especimen de estas características. Entre el año 2000 y el 2010, 64 menores perdieron la vida en España a consecuencia de la violencia de género (Fuente: Red Feminista). Porque sí, las niñas y los niños también son víctimas, y en demasiadas ocasiones, mortales. Pero en este, y en otros países, todavía prevalece la mentalidad patriarcal de que un padre es incapaz de hacerle daño a un hijo o una hija, y se olvidan del alto porcentaje de abusos sexuales y esas «minucias» que ocurren en las mejores familias, se olvidan de la misoginia imperante y que el objetivo último es hacer daño a las mujeres, aunque se sacrifiquen a los/as menores en el camino.
El «pater familias» sigue siendo tan importante que el ámbito judicial considera, por ejemplo, que es mejor que un maltratador tenga la custodia de una menor antes que la tenga una mujer víctima de violencia que permanece en un centro de acogida. Se sigue pensando que es mejor ejemplo para un niño o una niña un padre (por muy violento que sea) antes que una madre con dificultades, porque claro, qué mejor para un/a menor que tener el videojuego de última generación que le puede facilitar su papá maltratador pero rico, que la seguridad y el afecto de su mamá pero pobre (a raíz normalmente de que el susodicho maltratador pasa olímpicamente de garantizar pensiones compensadoras). Lo cierto es que el «padre» siempre gana, lo que implica que gana el patriarcado, el machismo y la misoginia.
Y últimamente parece que los «pater familias» están excesivamente empoderados porque encuentran eco político y social para ello. La imposición de la custodia compartida sigue ganando adeptos/as, la denostación del feminismo sigue creciendo, el discurso deslegitimador y violento contra este movimiento que aboga por la igualdad rebosa por diferentes foros de Internet. La última demostración del poder del «pater familias» = patriarcado tiene nombre y apellidos: Alicia Murillo. En las últimas horas hemos asistido desde las redes sociales y páginas web de Internet al acoso y derribo de la feminista. Entre feminazi y puta oscilan las «lindezas» en las que se mueven los machos desaforados, heridos en su orgullo viril por una mujer que se ha atrevido a visibilizar y evidenciar el hostigamiento y acoso que sufrimos las mujeres diariamente en los espacios públicos.
Ya se sabe que todas las mujeres somos putas cuando no cumplimos con los mandatos de género tradicionales, y ahora las que nos rebelamos en lugar de feministas somos feminazis (todo con tal de deslegitimarnos). Y es preocupante el calado de este discurso en la población en general porque tengo la extraña sensación de que en muchos contextos está pesando más el discurso antifeminista que el feminista. Y eso nos tiene que conducir a la reflexión sobre las estrategias que estamos utilizando para llegar a la población y especialmente a las mujeres, a las «normales», no a las académicas, ilustradas y burguesas abanderadas de un feminismo excluyente, sino a las víctimas de violencia, a aquellas cuyos derechos son vulnerados diariamente y que no acaban de ver la relación entre el feminismo y sus problemas cotidianos.
A quienes están materializando el feminismo en la cotidianeidad, como Alicia Murillo, les está costando caro (y esto sin irme a Lydia Cacho y su «abandono» forzado de México que sería objeto de otro post). Pero también está sirviendo para visibilizar que frente a la sinrazón patriarcal, la sororidad también se hace presente en lo virtual y en lo presencial.
Hoy más que nunca, frente a las humillaciones, vejaciones, acosos, privaciones,… violencias que sufrimos las mujeres por parte de una supremacía del macho dominante, es más que procedente recuperar el viejo eslogan de Rosa Luxemburgo, con un pequeño matiz: ¡Feminismo o barbarie!
¿Rectificar es de sabios?
Parece que tras el aluvión de críticas recibidas, nuestro Presidente ha decidido rectificar sus palabras… lo que ocurre es que no sé qué ha sido peor, si el alegato etnocéntrico de su segunda intervención o el mantenimiento de tópicos de la primera. En fin, que mejor se dedique a hablar de lo que sabe (los casos de corrupción de CC, por ejemplo) y se deje de hablar de algo que desconoce profundamente (la violencia de género).