Hace algo más de dos meses que me trasladé de equipo de trabajo, y ahora estoy centrada específicamente en valoraciones sociales en familias con hijos e hijas con discapacidad motriz. Un cambio sustancial en comparación con el trabajo que había realizado estos 22 años atrás en el sistema educativo, pero un cambio que me ha permitido profundizar en realidades por las que hasta ahora había pasado superficialmente: los cuidados a criaturas parcial o totalmente dependientes. Quienes disfrutamos de todas nuestras capacidades físicas y mentales con más o menos fortuna a veces no somos conscientes de lo que tenemos (hasta que lo perdemos). En ocasiones las familias de personas dependientes se esfuerzan tanto en cuidar que más que cuidar sobreprotegen y la pauta básica que llevo recordando estos últimos meses a muchas familias es: todo lo que una persona pueda hacer por sí misma lo tiene que hacer; a veces, pretender facilitar la vida de una persona hace que le restemos capacidad, dignidad, autonomía, libertad…
Soy consciente de la dificultad que esto entraña para las familias, que sienten tanta preocupación por la salud y la vida de las niñas y niños, adolescentes, jóvenes,… con dificultades o discapacidades múltiples que piensan que tienen que hacerlo todo por su bienestar pero sin su participación, sin su decisión. Las personas tienen necesidades básicas que cubrir, evidentemente, pero en el cómo deben ser cubiertas esas necesidades se debe contar, en la medida de lo posible, con la capacidad de decisión de las personas, sean pequeñas o mayores. Y esta reflexión no solo es válida para peques, también en la vejez se vuelve a una extraña sobreprotección por parte de hijos/as que de repente les da por pensar que su madre o su padre vuelve a ser un/a bebé y no puede cuidarse sola o solo. Evidentemente hay una diversidad de casos amplísima, y no deja de ser cierto que muchas personas tienen serias limitaciones en su autonomía al verse mermadas sus capacidades físicas o cognitivas, pero en el amplio abanico de esa gradación, también hemos de luchar por garantizar el máximo de autonomía posible, por no infantilizar a una persona mayor tratándola como si fuera inútil. He conocido diferentes casos de personas con problemas de pérdidas neurocognitivas cuyas familias están preocupadas por su seguridad, por su alimentación, por su gestión económica,… sin asumir que no han llegado a tal grado de deterioro que no puedan valerse por sí mismas. Así que mientras una persona sea capaz, ha de decidir qué comer, cómo divertirse o cómo gastar su dinero (en general ganado con mucho esfuerzo). Infantilizar implica sufrimiento para la persona que se siente menos valorada, menos capaz, y esa percepción acaba limitando realmente sus posibilidades. Y a veces, lo que se hace no es cuidar sino controlar, y el control es una sutil forma de violencia…
Esta breve reflexión también viene motivada por el debate abierto en estas fechas en nuestro país a raíz de la eutanasia de la que soy ferviente defensora. No podemos llenarnos la boca sobre la libertad de decidir sobre nuestra vida si no podemos decidir sobre nuestra muerte. El caso de María José Carrasco y Ángel Hernández, quien la ayudó a morir respetando su decisión ha puesto sobre la mesa de nuevo la necesidad de regular jurídicamente la eutanasia, de una vez por todas, para evitar que se produzcan situaciones surrealistas como la de considerarlo un caso de violencia de género (nada más lejos de la realidad, respetar la voluntad y la decisión de una mujer es justamente lo que los violentos no hacen).
En definitiva, con este post pretendo contribuir a que pensemos si realmente estamos favoreciendo la autonomía de las personas o su dependencia. Mi opción está clara, ¿y la tuya?
Nota: Merecería un post aparte el tema de los cuidados, mayoritariamente feminizados, aunque cada vez hay más hombres como Ángel Hernández que asumen de manera responsable cuidar, pero dejaremos ese análisis para otro momento (aunque aquí se puede ampliar algo de información).
Me ha encantado tu reflexiòn. La misma que intento aplicarme en estos momentos respecto a mi madre. Dejar que sea ella misma dentro de las limitaciones que va teniendo cada vez màs. Gracias Marìa. Un beso
Gracias Begoña! Me alegra que te haya gustado! Un abrazo!