La canariedad y las tormentas

Soy palmera de nacimiento, chicharrera de adopción durante 15 años y candelariera de ubicación desde hace 8. Vivo en un municipio que rezuma identidad canaria por los cuatro costados: tenemos a la Patrona y las avenidas plagadas de menceyes. Aún así, no acabo de entender qué es eso de la canariedad. Hay quien siente un orgullo manifiesto de ser canario/a (yo creo que se puede sentir el mismo orgullo siendo ciudadana del mundo, nunca he entendido los localismos), hay quien piensa que somos un archipiélago aún colonial del que hay que expulsar a los godos a «tonicazos» (al menos eso es lo que opina todo un concejal del Ayuntamiento de S/C de Tenerife) y hay quien espera organizar una revolución de «guanches alzados» contra el imperialismo de la metrópoli.

Sería de chiste si no fuera porque lo del «tonicazo» fue dicho en serio (y cada «Día» nos recuerda el resto de disparates que pasan por las mentes de nuestros «preclaros» próceres de la patria… guanche.

Esos que dicen defender la canariedad son los que legitiman que se construya en los barrancos y en sus márgenes, que nuestras calles, carreteras y alcantarillado estén en un estado lamentable, que el sistema eléctrico sea tercermundista y que el «boom» de la construcción en Canarias se haya hecho con materiales de pésima calidad (de esos que como el patio de mi casa cuando llueve se moja como los demás, el problema es que no se moja el patio, se mojan las casas por dentro y el agua corre por los plafones y las paredes a mansalva).  Todo esto viene a que acabamos de pasar una terrible borrasca de lluvia y viento (más lluvia que viento por donde resido) y como suele ser habitual últimamente cuando llueve en Canarias, las ciudades se colapsan, los tranvías descarrilan, los barrancos se desbordan y miles de familias se quedan sin luz y con sus casas anegadas.

Hasta lo que alcanza mi memoria (que cada vez es más corta) hemos vivido recientemente dos acontecimientos similares: la riada del 31 de marzo de 2002 y la tormenta «Delta» en noviembre de 2005. Pero parece que a la tercera no va la vencida y nuestras islas siguen con el mismo nivel de efectividad ante acontecimientos naturales (no quiero ni pensar que pasaría ante un terremoto como el de Haití).

Un ejemplo: la Consejería de Educación es tan «eficiente» que el lunes 1 de febrero, ante un diluvio increíble, puso en la carretera a miles de maestras/os y cientos de miles de niños/as y adolescentes (con el consiguiente riesgo para sus vidas) para tres o cuatro horas después decidir que sí, que efectivamente lo de la alerta (que ya había publicitado la prensa varios días antes) debía ser serio y que mejor nos fuéramos a casa. ¿No lo podían haber pensado unas horas antes? ¿Dónde está la responsabilidad y el sentido común de nuestros/as políticos/as? Eso sí, ahora algunos/as se pasearán por las inundaciones prometiendo ayudas que siempre llegan tarde.

No entiendo cómo se defiende Canarias de esa forma. No entiendo como empresas canarias tienen a sus trabajadoras/es trabajando hasta las 10 de la noche en una situación de alerta (¿importa más el beneficio que la vida de las personas?), no entiendo que se invierta en tranvías y carreteras mientras nuestras escuelas se inundan cada vez que llueve, no entiendo como ante las miles de personas paradas que tenemos en las islas las corporaciones municipales, insulares y autonómicas no destinan recursos para limpiar barrancos y alcantarillas, hay tantas cosas que no entiendo…

No entiendo que se prime más la canariedad que la eficacia y la responsabilidad. No entiendo que sigamos gobernadas/os por imputados que despilfarran dineros públicos en pagar las consecuencias de sus corruptelas, no entiendo la pasividad de la población ante esto,…

Espero entenderlo algún día, quizás cuando Canarias se convierta en una Comunidad Autónoma orgullosa de la diversidad de sus gentes y que sea la número 1 por su trabajo, compromiso con su pueblo y con su medio ambiente, igualdad, respeto y libertad y no como ahora, que es la número 1 en desempleo, en violencia de género, en corrupción política y en «guanches alzados» (tal vez cuando el alzamiento se desarrolle con sentido común y contra quien está provocando estos desaguisados llegaremos a ser número 1 en los valores antes mencionados).

Un comentario sobre “La canariedad y las tormentas”

  1. ¡Que bueno! La verdad es que es la primera vez que entro en tu blog y apenas he leido este apartado entero, mas bien la primera parte y pinceladas de otros comentarios… en cualquier caso, me encanta… ¡te felicito por tu lucha!

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