Se acaba marzo, el mes de las mujeres (por eso del 8 de marzo y los innumerables actos que recuerdan que la igualdad es aún una utopía), y los violentos han decidido “celebrarlo” de forma macabra. Cinco asesinatos por violencia machista en el día de hoy y varios intentos frustrados en estos días, uno de ellos aquí, en Tenerife. La indignación feminista se hace presente en las redes sociales, pero no hay un clamor popular y masivo contra la violencia. Parece que nos hemos acostumbrado, ya no genera tanta movilización y rechazo, ni al gobierno estatal parece importarle. Tras 5 víctimas mortales ni un triste tuit de condena por parte del Ministerio con competencias en la materia, no digamos ya del presidente del des-gobierno de este país (al menos hasta las 23:00, hora canaria).
Hoy también se presentaba la macroencuesta actualizada con los datos de la incidencia de la violencia de género en las mujeres de este país. Datos preocupantes en la población joven: una de cada cuatro mujeres jóvenes ha sufrido violencia psicológica de control, eso sí, el Ministerio parece congratularse de que tenemos porcentajes inferiores a la media europea (dato que ha resaltado insistentemente el estudio). Curiosamente, en violencia sexual, España supera esa media europea, deberíamos hacérnoslo mirar.
Hace dos semanas, la Asociación Contramarea organizó unas jornadas monográficas sobre la agenda política feminista frente a las violencias machistas, cuyas conclusiones se pueden consultar en este enlace. Lo más relevante fue el reproche de las víctimas de la violencia ante la falta de apoyo de las administraciones que deben acompañarlas y atenderlas en todo el proceso de superación de la violencia. Pero la voz de las víctimas, o mejor, supervivientes, se escucha poco. Desde el otro lado, desde la administración, nos dicen que todo funciona bien, que se crean nuevos recursos, que hay campañas, programas preventivos, que no se recorta, que no se precariza al personal, que no se cierran servicios,… vaya, que vivimos en los mundos de Yupi! Desde el lado de las mujeres feministas observamos que a las mujeres se las “recupera” de forma exprés, sin respetar sus procesos, con sesiones estandarizadas sin tener en cuenta las características peculiares de cada caso; observamos que las mujeres se saben de memoria el “ciclo de la violencia” a nivel teórico pero no saben cómo superar el miedo, la dependencia emocional de su agresor o ayudar a sus hijas/os a superar las secuelas de la violencia; observamos cómo tienen que transcurrir más de dos años en lista de espera para que las víctimas olvidadas, las/os menores, accedan a terapia psicológica; observamos valoraciones divergentes entre las profesionales que atienden a un mismo caso, por lo que acaba perjudicándose la superviviente que en el fondo lo que quiere es que la ayuden sin tener que enfrentarse a la violencia institucional después de haberse enfrentado a la de su agresor,… observamos tantas cosas que nos dicen que no suceden.
Hoy, en definitiva, es un día trágico que nos recuerda que los 8 de marzo y los 25 de noviembre son necesarios, pero todos los días, no dos días al año. Que nos recuerda que el machismo y la violencia requieren de una respuesta de rechazo frontal por parte de toda la sociedad, porque el estigma de la exclusión y la ignominia debe recaer sobre aquellos que no respetan la libertad y la integridad de las mujeres y su derecho a vivir una vida libre de violencia.
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