Se acaba febrero, se acerca el 8 de marzo, y tengo que cumplir con mi autocompromiso de escribir al menos un post al mes; llevo semanas dándole vueltas al tema de mi post y tras los últimos datos publicados sobre la aceptación de la violencia de género por parte de los jóvenes (casi un 30% de éstos considera que “cuando la mujer es agredida por su marido, algo habrá hecho ella para provocarlo”), urge una reflexión sobre la eficacia de las políticas públicas para la prevención y erradicación de la violencia machista. (Y aprovecho la coyuntura para hacer algo de publicidad gratuita: justamente esa reflexión la vamos a propiciar desde la Asociación Contramarea los días 19 y 20 de marzo en S/C de Tenerife, ya ampliaré la información en Facebook).
Bien, sigamos tras el paréntesis publicitario; el estudio que se ha presentado recientemente por parte del Centro Reina Sofía recoge que uno de cada tres adolescentes y jóvenes entre 12 y 24 ven bien que los chicos salgan con muchas chicas pero no al revés (se perpetúa el estereotipo chica putón, chico machito), o que para ser atractivo hay que se agresivo (se legitima la violencia). Estos datos de chicos tan jóvenes, criados en un marco legislativo de igualdad, en una década de implantación de la ley integral contra la violencia de género, no dejan de resultan sorprendentes… y preocupantes. Muy preocupantes. Algo se está haciendo muy mal para que las mentalidades sexistas se mantengan tan arraigadas en nuestros jóvenes. ¿Tal vez la inestabilidad de las normas educativas que ponen y quitan asignaturas que abordan la igualdad entre mujeres y hombres a tal velocidad que no da tiempo para que arraiguen sus contenidos? Para el PP, partido en el gobierno que ha hecho desaparecer “Educación para la Ciudadanía”, la igualdad es molesta, “adoctrina” en unos valores que no son los suyos. Los suyos son considerar que las personas somos incapaces para ser felices por nosotras mismas (cosa que se pretende enseñar en 2º de primaria, 7 años, adiós autoestima) o que dios (sí, para mí con minúscula porque no existe) es el responsable de todo lo creado (adiós a la ciencia) (ampliar información en el BOE de 24 de febrero de 2015 que desarrolla el currículo de religión católica). Así las cosas, y teniendo en cuenta que la biblia católica (y otros muchos libros “sagrados”) justifican la violencia contra las mujeres, para la próxima década, ya no serán tres de cada diez o uno de cada tres los que justifiquen el sexismo y la violencia, será toda la población.
Pues sí, los jóvenes de esta generación educados en el GTA y en el Call of Duty que creen que ser agresivo es guay y las jóvenas que han crecido con las Bratz o las Monster High, esas muñecas hipersexualizadas que indican a las chicas que el éxito se consigue a través del cuerpo y no con el cerebro, son lxs que piensan que los chicos no deben llorar o que a las mujeres les debe molar que las maltraten porque no abandonan la relación. Como dato positivo: ellas son mucho menos machistas que ellos, cuyas puntuaciones en respuestas sexistas asustan y mucho.
Resultado de más de 30 años de políticas de igualdad en España: que lxs jóvenes de esta generación piensan lo mismo que nuestrxs tatarabuelxs (igual hasta lxs tatara… eran hasta más progres para algunas cosas). Por tanto, urge una evaluación seria del impacto de las políticas preventivas del sexismo y la violencia, urge un replanteamiento de las mismas y una verdadera apuesta política por erradicar estas lacras, y ello implica un incremento en recursos humanos y económicos, pero con criterio feminista. Sigo pensando que de nada sirve hacer una charla o un taller cada 8 de marzo o cada 25 de noviembre si no se generalizan políticas públicas estables que impregnen de igualdad cada acción que se desarrolle en cualquier ámbito de la vida social, familiar y personal. A lo mejor no logramos cambiar a los descerebrados que justifican que un futbolista maltrate a su novia (ahora ex novia) con cánticos públicos en un estadio de fútbol (el Benito Villamarín para más señas) y con una letra tan “maravillosa” como esta: Rubén Castro, Alé, Rubén Castro Alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien, pero a lo mejor logramos que esos descerebrados sean una minoría tan minoritaria que la sociedad los aísle, los descalifique y los denuncie en el mismo momento en que abren su bocaza (y no después que su cántico misógino se hiciera viral en las redes sociales). A lo mejor no logramos cambiar a impresentables como el que agrede a una chica en plena calle y lo graba orgulloso de su hazaña pero tal vez la reacción social de tolerancia cero contra la violencia sea tan rápida y contundente que a semejantes imbéciles no les queden ganas de volver a hacerse los chulos ni en público ni en privado.
Las mujeres necesitamos mayor respuesta social de rechazo a la violencia. Y las chicas necesitan otros modelos de amor que no justifiquen que los celos y el control son una muestra de “cuánto me quiere”. Al 33% de los jóvenes de 15 a 29 años les parece inevitable o aceptable controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que estudien o trabajen o decirles qué pueden y qué no pueden hacer. El 32% de las chicas toleran estas actitudes de sus parejas y a lo mejor hasta lo consideran una prueba de amor. Es un reto reducir esos porcentajes al 0%. Para una sociedad que tiene bebidas 0% alcohol, comidas 0% grasa, yogures 0% colesterol,… no debería ser tan difícil lograr personas 0% violentas.