Una semana trágica. En menos de 15 días han sido asesinadas por violencia de género dos mujeres en la isla de Tenerife. En la misma semana hemos asistido a dos manifestaciones de repulsa, una en Guía de Isora y otra en Tacoronte, lugares donde ocurrieron los hechos.
Cada semana una mujer (y en ocasiones más) es asesinada en nuestro país a causa de la violencia de género. En lo que llevamos de año 26 mujeres han sido víctimas de esta lacra. 94 en 2008, 89 en 2007, 93 en 2006, 72 en 2005, 109 en 2004,…Casi 500 mujeres en 5 años. Y cada año seguimos sumando víctimas a esta macabra estadística. Y cada día miles de mujeres en Canarias, millones en España y en el resto del mundo sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres.
Ayer (22 de mayo de 2009) miles de personas expresábamos en el municipio tinerfeño de Tacoronte nuestro dolor y apoyo a la familia de Emilia Esperanza, la última mujer asesinada en nuestro país, un caso de «alto riesgo», un caso con Orden de Protección, donde todo el mundo se pregunta ¿qué pudo fallar? Estos casos nos generan muchos sentimientos de impotencia y rabia, pero no debemos olvidar que, pese a los fallos del sistema, miles de mujeres en este país han sido valientes, han dado el paso de romper con la violencia y han entrado en la red de apoyo y protección, y continúan vivas, seguras y recuperándose de las secuelas de la violencia con equipos de profesionales que están ahí para acompañarlas en ese duro camino. Desde las Asociaciones de Mujeres, al margen de ver lo que falla en el sistema, también hemos de saber valorar lo que funciona; desde las Asociaciones de Mujeres, además, hemos de cuidar la apropiación de espacios en manifestaciones de duelo y respetar los momentos de dolor de las personas sin inducir a la emisión de consignas reivindicativas en este tipo de actos. A veces el silencio es más impactante y dice más que los gritos, y si gritamos es importante lograr que se sumen más voces y que no sean las de siempre. Desde el movimiento feminista es importante que hagamos una profunda reflexión de la capacidad de movilización ciudadana que estamos teniendo y de las estrategias (o de la ausencia de ellas) para lograr que se sumen más mujeres y hombres a nuestra causa, que es en definitiva, la misma que seguro compartían ayer muchas personas que se dieron cita en Tacoronte sin considerarse feministas: la lucha por un mundo más justo e igualitario, libre de cualquier forma de violencia, en especial, la que se ejerce contra las mujeres por ser mujeres.