En semanas pasadas las redes ardieron por un comentario de Ana Botín que afirmaba haber bajado su calefacción a 17 grados para contribuir a la crisis generada por la guerra contra Ucrania. Recibió respuestas muy inteligentes que decían que si bajaba las comisiones de su banco ya lo bordaba. Un banco que en 2021 reportó 8.124 millones de euros de beneficios, por cierto. A veces, cuando oigo hablar a las personas ricas (hombres en su mayoría, lo de Ana Botín es una excepción en el Ibex-35), pienso que viven en otro planeta. Miles de personas ni siquiera se pueden permitir el uso de calefacción; en Canarias vivimos en un lugar privilegiado y, salvo en determinadas zonas, no se suele usar calefacción, pero pienso en quienes viven en la Cañada Real en Madrid, leo las declaraciones de Botín y creo que cada vez más se abre un abismo insondable entre determinados contextos. Sigue leyendo Frivolidades, malestares y distopías