El 13 de julio escribí mi último post en el blog, tres días después del asesinato de Laura, en S/C de La Palma. Tras dos meses de silencio, este nuevo post tiene el mismo motivo: el asesinato de Iris, en el barrio de “El Sobradillo”, en S/C de Tenerife. Entre Laura e Iris, muchas, demasiadas vidas de mujeres siguen siendo truncadas por asesinos machistas que siguen inspirando compasión en instancias judiciales. Pobre Carlos (asesino de Iris) pensó el juez, cómo voy a imponer una orden de protección y hacer perder el trabajo a este “buen” hombre (que trabajaba a dos pasos de su víctima), claro, prima el empleo de un hombre frente a la vida de una mujer. “De la cárcel se sale, del cementerio no”, es lo que dicen siempre los asesinos, los que no tienen nada que perder, los que inspiran lástima de los poderes públicos que tienen que proteger a las víctimas y se alían con los culpables. Claro, es que ellas mienten y denuncian falsamente,… o no denuncian… si denuncian es que le quieren joder la vida al pobrecito padre de sus hijos/as, si no denuncian… ah! que hubiera denunciado… para eso está el sistema para (des)proteger. Porque las mujeres ya no saben qué hacer, porque las mujeres ya estamos hartas de que nos tomen el pelo, de que se hagan minutos de silencio, de que se derroche dinero público en políticas ineficaces, de que se siga poniendo el acento en que denunciemos, en que nos defendamos, en que no nos dejemos maltratar (como si nos gustara mucho y fuéramos tontas), estamos hartas de que nos tomen por imbéciles, hartas de ese reguero incesante de asesinatos machistas mientras la sociedad, los gobiernos,… miran para otro lado. Nuestras demandas siempre son secundarias (hay otras prioridades), cosa de cuatro “locas” feministas, esas que “odiamos” a los hombres, esas que negamos la existencia del Síndrome de Alienación Parental, esas que decimos que no se puede mediar en casos de violencia de género, esas que nos desgañitamos gritando en manifestaciones,… ¿Para qué? para que nos sigan matando. Ahí están las víctimas en huelga de hambre en Galicia, ahí están las familias de las víctimas reclamando atención por parte de los poderes públicos (porque el drama de la violencia no acaba tras un asesinato, quedan sus hijas e hijos, madres, padres, abuelos/as,…), ahí están las/os profesionales de recursos especializados quejándose de la falta de medios,… y ahí están las personas responsables, pasándose la pelota de unos/as a otros/as, mientras el tiempo sigue pasando, y más de 70 mujeres y menores que tenían que haber estado este año con nosotras ya no están.
Sí, hoy estoy pesimista, no quiero que se deduzca de este texto que no hay profesionales que se están dejando la piel por prevenir y erradicar esta lacra, no quiero que se piense que denunciar es inútil porque hay muchas mujeres que han salvado la vida gracias a las medidas protectoras del sistema, pero mientras una sola la siga perdiendo porque algo falla, debemos exigir responsabilidades públicas.
Marcela Lagarde pidió declarar una alerta por violencia de género ante el incesante goteo de feminicidios que asolan su país, México. En todos los países del mundo existe un feminicidio constante y las alarmas no suenan. Si cada año fueran asesinados en este país una media de 70 políticos por el mero hecho de dedicarse a la política, una media de 70 clérigos por dedicarse a su religión, una media de 70 deportistas por el simple hecho de practicar un deporte,… se hubiera declarado una situación de emergencia nacional. Cada año asesinan en España casi un centenar de mujeres, por el hecho de ser mujeres, y no pasa absolutamente nada. El próximo 7 de noviembre, Madrid se inundará de miles de voces que alertarán de esta situación. Si no hay un antes y un después del 7N, la sociedad y los poderes públicos serán cómplices del crimen encubierto más numeroso del mundo (en cifras y palabras de Naciones Unidas, no me invento nada).
Espero que mi próximo post no lo motive un nuevo feminicidio, aunque desgraciadamente soy poco optimista, sólo espero que, si desgraciadamente se produce, el sistema sepa estar a la altura, y no como en el caso de Iris, que fracasó estrepitosamente.
Aprovecho estas líneas para enviar todo mi apoyo y sororidad a las compañeras de AMUSO (Asociación de Mujeres del Sobradillo), luchadoras incansables contra las desigualdades y la violencia.